by Steward Metatron.
(Espacio de opinión e intento de expresión humorística. Gracias a Domina Ghalia por el hueco en su blog).

Que 50 Sombras es un taquillazo, es algo innegable, una barbaridad. Que de gustos hay para dar y tomar y los que estamos metidos hasta las cachas en el BDSM tampoco es que podamos tener un canon de opinión muy elevado a la hora de criticar gustos ajenos.

Aprovechando la cancha que me cede Domina Ghalia de vez en cuando para escribir, hablo a título personal, pero eso sí, con las risas de Ghalia de fondo, que le encanta cuando me pongo burro.
La cuestión es que topamos en los muros de varias redes sociales con la inquientante noticia: Hallan un pepino en una sala de cine donde emitían 50 Sombras más oscuras, secuela de la afamada novela 50 Sombras de Grey, que no voy a criticar. Demasiado. O sea, que paso de meterme en un lodazal. Personalmente y finiquitando la parte de opinión: las novelas me parecen malas rozando lo infecto, y las películas trasnochadas e igualmente malas. Porque las he visto. Para poder opinar.

el pepino de la maldá

Ahora, en serio: ¿un pepino? Vale, no te vas a llevar el consolador para que todo el cine escuche ese cacharro zumbar y vibrar por toda la fila del cine. Quizás lo estamos malinterpretando y realmente era una persona, hombre o mujer, que llevaba la compra inocentemente, vio una sesión temprana y se metió en el cine a ver el taquillazo de turno, que somos todos unos malpensados y ya pensamos que el pepino es un asunto de manubrio y libido descocada.

Peeero… es demasiado jugoso… Vale, mala palabra. Pero da igual. Al lío. El punto me parece a mí es que si bien la calidad de dichas obras tanto literarias como cinematográficas sean tan cuestionables como el gusto por, yo qué sé, la filatelia o la pizza con piña (y a mi me gusta lo segundo), es que lo queramos o no 50 Sombras ha ayudado a la normalización de la visión del BDSM.

Que sí, que ahora hay avainillados que creen ser el señor del mal por tener una fusta y que pueden azotar culos alegremente y sin repercusiones sin tener el más mínimo respeto o formación. Y que el perfil del señor Gray es más el de un peligroso maltratador más que el de un responsable dominante (de nuevo, es mi opinión formada tras las diversas lecturas y mi experiencia personal), pero fijándonos en la parte buena, pepinos aparte, ahora el BDSM ya adquiere también una dimensión de «juego de cama» en su versión más light: que si esposas, vendas, muñequeras, juegos de poder D/s, algunos azotes y pequeñas perversiones.

Y qué quieren que les diga: a mí me parece bien. Poco a poco pierde ese aspecto de «sólo para desviados parafílicos» que suele tener (y en los que insistían los manuales de psicología), y se empieza a entender un poco más. Ya puedes decir que te molan esos juegos y matizar que a ti te gustan un poco más serios, un poco menos Gray y más «ven para acá cordera que te voy a enseñar lo que es el deseo de verdad».

Mientras tanto, todas esas amas de casa (no lo digo yo, lo dice una estadística, ojo) que le han encontrado el gusto a estas cosillas ya pueden soñar con su propio dominante enmascarado que les haga de todo. Revitalizar la vida en la cama, que siempre está bien.

Porque, como dijo mi Maestra en su momento (quien me enseñó, recalco: no soy ni he sido sumiso jamás), «El BDSM lo puedes entender como una forma de vida o una forma complicada -aunque entretenida y divertida- de follar.»

Os dejo enlace a la noticia por un lado AQUI: «Aparece un pepino en una sala de cine donde se exhibe 50 sombras más oscuras» y a un relato de Ángel Sanchidrián sobre las repercusiones de las 50 Sombras AQUÍ.

Saludos a todos, y respetos.