La última sesión: 60 horas.
Decidí tener una nueva sesión una semana después. Esta vez, 60 horas, lo que quería decir que pasaría tres incómodas noches en una jaula. Esta vez pedí un tratamiento mucho más estricto, sin contacto visual, lo que me hizo estar con la mirada en el suelo continuamente, y la charla personal fue prohibida, sólo órdenes y respuestas. También insistí en un régimen más estricto, considerando la esclavitud como aseo personal (de hecho me dio el nombre “Aseo”). Soy algo exhibicionista, y permití a Ghalia tomar fotos y videos conmigo, para lo que firmamos un acuerdo formal y consensuado para ello, dándole mis detalles identificativos, y todas las clausulas estrictas de confidencialidad que Ghalia aceptó.
Esta vez Ghalia hizo realidad lo que yo quería, eso sí, todo perfectamente seguro para mí, y bajo total control. Durante la noche fue además encadenado en una pequeña jaula lo que limitó mi habilidad para moverme aún más. Me traje unos pesados candados, para que la sensación de aprisionamiento fuera total.
Enseguida empezó un severo régimen desde el principio, sin los dos besos del saludo cuando nos vimos. Después de una estricta bienvenida orinó sobre mí, y me ordenó lamer todo del suelo, lo que me llevó casi una hora y medio hacerlo para dejar el suelo limpio con la lengua.
Y continuó: Me castigó cada vez que rompí las normas (todo consentido), con una hora u hora y media en la mini jaula, donde además me era muy difícil moverme. Y siguió, más como la semana anterior, pero mucho más duro, donde me sentí realmente como un esclavo. De nuevo podría decir que me convencí a mí mismo mentalmente durante la mitad del tiempo en que lo era, pero todo ello habría sido imposible sin la fantástica interpretación por parte de Ghalia.
Esta vez Ghalia además convino con una amiga del mundo BDSM para una sesión fotográfica, y a la misma vez, otra amiga suya, también de la escena, estuvo en su casa durante dos días. No vi mucho de ellas pero estando desnudo durante las 60 horas, tuve que servirlas, esta vez en la planta superior, fuera de la mazmorra, incluso durante una pequeña fiesta que celebró en su casa.
Ghalia me usó como urinario, y orinó en mí constantemente, también en mi comida, que comí en el suelo, en un cuenco para perros, o me lo hacía tomar directamente. Pero no sólo eso: su amiga dominante también participó activamente en ello, incluso aunque no había pagado por ser dominado por dos mujeres.
Les di masajes de pies a las tres mujeres, y todas me azotaron continuamente como parte de su pequeña fiesta. Supongo que no todo cliente tendrá esa oportunidad, y me sentí afortunado por vivir ese día. El régimen estricto estuvo activo todo el tiempo, sin mirar directamente a nadie, sólo mirando al suelo, sin contacto personal y sólo recibiendo humillaciones. Para alguien que no suele disfrutar este tipo de juegos, este punto fue el más difícil durante las 60 horas, pero el tiempo voló para mí. Cuando sólo quedaban 24 horas para el final de la sesión, me dio un bajón, ante la perspectiva del final. Pero entiendo que esto no lo comprenda la mayor parte de la gente.
Lo que realmente me impresionó fue que la semana previa al internamiento le estuve hablando a Ghalia de mi fascinación por los potros de tortura, y cuando llegué para mi cuarta sesión, Ghalia había pedido a su carpintero que realizara uno (algo menos brutal que el medieval), pero terriblemente doloroso y humillante (sin representar un verdadero riesgo para la salud). Así que estuve todos los días unas horas en el potro.
Buenos dias Sra . me encanta la parte de encierro y el uso de poder ser Su urinario ,en todo momento y en las circunstancias que ordene , seria un honor vivirlo