Hoy os hago llegar un testimonio que un fetichista me ha hecho llegar amablemente, para asomar a otros a sus ojos durante su tiempo a mis pies, para que tengáis diferentes miradas, diferentes sensaciones…
Aunque no lo parezca “hay que ser muy hombre para estar a los pies de una mujer”. Y cuando digo A SUS PIES, no es una frase hecha, es la realidad. Estar en el suelo, bajo sus plantas y a su merced desprovisto de nada que no sea únicamente adorar esa parte de su cuerpo.
Las casualidades no existen y la suerte hizo que pudiera cruzarme con DIOSA GHALIA en dos ocasiones. El denominador común de ambas ha sido mi absoluto nerviosismo que ella ha sido capaz de aplacar desde el primer momento.
Una foto no refleja la verdadera belleza de los pies de DIOSA GHALIA. Podría hablar o escribir también de otras muestras de su belleza pero me quedaré en sus inigualables pies.
Son pequeños; NO, son proporcionados. Son fríos; NO, son frágiles a la temperatura pero van con arreglo a ella. Son suaves; MAS QUE ESO. Son perfectos; NO, son de una DIOSA, pero no es su estética, es su naturaleza.
Cuando ella, con su sonrisa que ocupa toda la cara, dice: “siéntate en el suelo”, y empieza a balancear su pie, en la primera vez, con una bella chancla. Ya me anunciaba que ella deseaba sentir la adoración y disfrutar de la adoración de sus pies.
Desde ese momento, todo lo que escribo parte de muy adentro y excede de un mero acto físico. DIOSA GHALIA, tiene unos pies que transmiten su fuerza y su magia a tu cuerpo, cuando te pisan antes te han dado caricias y en todo momento, juegan contigo. Ella sabe lo que necesitas y se concentra en ello.
A partir de aquí, cada beso, cada caricia, cada vez que deja que mi lengua pase por sus dedos o por su planta se convierte en un momento que ya no se repetirá jamás. En cada una de las dos sesiones, la pude descalzar y luego degustar su sabor más que divino por cada poro de su piel de talón a dedos.
Parecía incluso, aunque ella lo hubiera permitido si lo rogaba, que deseaba mi placer, y eso le honra en su totalidad. Por ello, fue, un constante deleite de arriba abajo. Cada dedito, con su esmalte perfecto, cada arruguita de su planta, mi lengua escrudiñó todos sus rincones, su sabor dulce y que se pegaba a mi lengua no me dejaba pensar. Hasta que ella decidió que debía relajarme y ordenaba que me masturbara suave o rápido, con una mano o con otra, mientras sus pies se fundieron con todo mi ser. Desde aquí, no solo puedo estar aun más afortunado, porque se fundió conmigo y mi disfrute no fue solo porque tuve la suerte de ADORAR sus pies irrepetibles, sino que mi goce fue mental, físico y a la vez que alegría puede sentir que si ELLA así lo desea, seré el esclavo de sus pies mientras lo desee y así me lo ordene.
Empezaba hablando de “hombría”, no como reivindicación de ella, sino para mostrar como ese acto que mucha gente en el mundo vería lo más bajo: “estar bajo sus pies”, se convierte en un acto digno, bello, placentero y sobre todo, afortunado.
Cuando se repetirá???… cuando ELLA ME LLAME a sus pies. Lo dejaré todo para ir.
Graciassssssssssss…. No se puede pedir mas… y decir… creo que solo he empezado.
Realmente me alegro que hayas tenido esa gran suerte de estar dos veces a merced de esos pies, que como dices, son únicos, como lo es la Dómina que hay sobre ellos.
Muy bien explicado, enhorabuena por todo, amigo