by Steward Metatron

El gancho anal es algo que intimida a los nuevos en estos juegos tanto como luego les excita la posibilidad de que se vayan a usar con ellos y su virginidad anal.

Realmente impresiona al verlo: ese acero cromado o pulido tan bonito, el sólido peso que tiene que parece que lo ancla a la realidad, convirtiéndose de objeto de fantasía a objeto cierto. Quizás disponerlo delante del sumiso o la sumisa antes de empezar en sí la sesión ya crea cierta expectativa que permite ir llevando al bottom por esos caminos que mezclan la tortura con el deseo, la expectación con el juego cruel.

En el caso de los hombres, son los que más suelen tener ciertos prejuicios con cualquier cosa que se acerque a su sagrado orificio trasero, hasta que se concilian con él y les enseñas lo divertido que puede ser. Y malvado, claro.

El gancho anal es un artilugio que ha variado conforme más maldades se han pensado con él. Del gancho simple, obviamente de punta redondeada y ojal para insertar cuerdas a los modelos más modernos que llevan bolas en la punta, algunas incluso se pueden cambiar desenroscándose para aquellos que se van haciendo más avezados en el juego y se les dispone una de mayor calibre para los juegos o para ponerlos a prueba, hasta lo más moderno, que son los que tienen varias bolas consecutivas, acabados en forma de lágrima y los invertidos.

El gancho normal y sus variantes sirven siempre para crear esa tensión, para disponerlo de forma que al insertarse tras el juego necesario y la lubricación pertinente, el ojal pueda sujetar cuerda, cadena, mosquetones o pistones y así crear tensiones con el cuello, el pelo (muy usado con las sumisas), o con alguna estructura que lo fije. Hacer esto es obligar al sumiso o sumisa a permanecer pendiente de su cuerpo, haciendo que su mente vaya por otros derroteros más interesantes.

En el caso de los hombres, además, tenemos otro juguete aún más divertido, como es el gancho invertido que no solo tiene las bolas pertinentes en el extremo sino que la parte curva está más acusada en ángulo y se desliza por el perineo hasta los testículos y el pene donde el ojal, más grande, sirve para introducirlos y constreñirlos. Algunos modelos tienen inculso incluidos un cbt de metal para poder crear la jaula perfecta para los genitales sumisos.

El gancho anal, al final, es una herramienta de juego tan divertida como malvada en buenas manos que permite llevar a cabo esas perversiones y hacer a los sumisos descubrir partes de sí mismos que ni siquiera conocían.