Catalogan el fetichismo, por definición, como una parafilia necesaria en ocasiones para llegar al orgasmo. No son (siempre que no afecten a la vida «normal») preocupantes, sino simplemente gustos alternativos tanto visuales como de sensaciones que expresan una forma distinta de sentir, de recrearse y de conocer la belleza. Es simplemente ver esa belleza en cosas que otras personas no aprecian, y hasta tal punto, que puede participar de nuestros apetitos sexuales, e incluso centrarse muchas veces en ellos.
Si bien todo en exceso en malo, sí es cierto que estas Parafilias pueden hacernos llegar a mayores cotas de placer cuando tenemos cerca o delante ese objeto de fetiche.
Dentro de las prácticas del BDSM que se han experimentado en mi mazmorra, puedo citar algunas, por hacer una breve recopilación y así mostraros, amigos y amigas que tenéis a bien leer estas líneas, que no son nada «raro», que sólo son una forma distinta de relacionarnos y de apreciar lo que subjetivamente, nosotros consideramos bello.
Fetichismo de Pies
El más habitual que suelen pedir no solo los clientes sino también aquellos con los que me relaciono a menudo dentro de este mundillo suele ser el fetichismo de pies. Fetichismo que se puede centrar tanto en la contemplación como en la cercanía, el ser tocado por ellos, olerlos, sentirlos cerca, adorarlos, ver los colores de las uñas, el equilibrio en el tamaño de los dedos y su disposición. No hay dos fetichistas de pies iguales y donde a uno le gusta lamer, a otro le gusta que estén sobre su cara, o ser acariciados por ellos sin poder moverse, presos de un placer difícil de explicar a otros.

Fetichismo de ropa
Ya estemos hablando de látex, con esa sensación tan particular del sonido y el tacto de esta materia, tan brillante y particular, como de lencería fina, o incluso seda (he tenido algún cliente cuyo fetiche particular en cuanto a ropa era la materia en sí: tenía que ser seda o satén; un gusto tan particular como acertado. Yo misma me confieso gran admiradora del látex).
Fetichismo de máscaras
Sean éstas tanto mascarillas médicas como máscaras de látex, antigás o de cuero, (también me gustan mucho), tanto las que son sólo para experimentar las sensaciones de aislamiento (máscaras con mordaza y con antifaces) como las antigás que permiten control de la respiración, o máscaras de látex especialmente preparadas para ello.
Fetichismo de trampling
Esto es, el ser pisado o pisada con zapatos de tacón por diversos puntos del cuerpo, donde experimentar la sensación punzante de esa presión totalmente controlada sobre la piel, sobre puntos del cuerpo, no sólo los genitales. Es esa sensación de indefensión, control y poder lo que provoca el saber que esa mujer «armada» con unos zapatos de tacón se desplaza sobre ti, y provoca todo tipo de sensaciones.
Y ahora os cuento el mío:
Me confieso fetichista de los fetichistas.
Lo que leéis. Igual que vosotros podéis tener predilección por unos pies o por el roce del látex, yo soy fetichista de todo aquel que llega y me propone un fetichismo. Porque adoro vuestras caras cuando experimentáis el fetiche, cuando veis cómo vuestro objeto de deseo se acerca, se asienta sobre vosotros: unos pies que rozan vuestra cara o buscan vuestros labios, el látex acaricia vuestra piel, resbaladizo y cálido, la ropa interior aparece en vuestro ángulo de visión; un carmín de vuestro agrado deja una marca en una mano, o susurra en vuestro oído…
Soy fetichista de esas sensaciones, desde que se confiesan ante mí, de rodillas, casi temblando, hasta que lo experimentáis. Y entonces ese placer que experimentáis es mi placer.
A fin de cuentas el fetichismo, como ya he dicho, no es más que otra forma de apreciar la belleza, de encontrarla donde otros no la ven.
Como suele decir mi Mayordomo, Steward, citando a Keats: «Verdad es Belleza y Belleza es Verdad». Así pues, queridos míos, buscad vuestra propia Verdad, encontrad la belleza que deseáis, y experimentadla para vuestro disfrute.