Ya es tiempo que me dedico a esto, al BDSM profesional, y hay muchas veces en las que, si bien, no me lo replanteo, sí que resulta frustrante algunas prácticas o malas costumbres de algunos.
Cuando algunos clientes por error u omisión olvidan la cita para la que ya te has preparado, la has planificado, estás vestida con el látex, maquillada, a la espera, el aire acondicionado de la mazmorra funcionando, las velas, la música, todo dispuesto, bueno, escuchas sus excusas, sus disculpas, sus «perdóneme Diosa», etc. A veces incluso son cuestión de fuerza mayor, y no puedes menos que, con la fusta en el regazo, las piernas cruzadas, media sobre media, mirando el móvil mientras dejas algún documental del tema en Youtube, resignarte y fastidiarte. Gajes del oficio.
Pero hay algunos que han hecho que paguen justos por pecadores. Que te hacen más cauta, menos inocente, más «sí, sí, promete ser el mejor perrito del mundo pero hasta que no estés a mis pies no me creo nada». Gente que por su conducta poco seria hace que trates más duramente a otros que al final si cumplen. Pero en algún sitio tienes que poner la linea. Y a veces paga quien no debe, pero es que si no lo haces, no llegarás a nada y acabarás dañada (en un sentido metafórico, en tanto que cansada y desilusionada).
Así, una acaba desarrollando ciertos protocolos para el trabajo. Muchos son los que llaman hablando de promesas, de ser el mejor perro, de estar a tus pies y de no tener límites. A la hora de la verdad, no es que no les des crédito, sino que, pese a su ilusión, no les das el mismo feedback que antes: ahora esperas a que estén a tus pies de verdad, a que llamen tímidamente a la puerta de tu dominio antes de hacer nada.
Eso hace que, a veces, en tus comunicaciones con los clientes potenciales, no te intereses tanto por el currículo del sumiso hasta que no rellene tu propio cuestionario. Después puede comentar algo, pero ya has escuchado y leído muchas historias antes de gente que por una u otra razón no ha llegado a venir.
Ante esto eres un poco más seca, más profesional. Ya habrá tiempo a ser más amable, en su debido momento, cuando lleguen.
Y no, por supuesto que no te interesa que te manden fotos de sus miembros viriles, ni les vas a contar ni ordenar nada por teléfono (no, si no es previo pago). Porque no estás para perder el tiempo. Y puedes entender que algunos se echen atrás en el último momento, o que les surja una incidencia de última hora. Pero todos tenemos problemas, y un comunicado, un simple whatsapp siempre es de recibo.
Son gajes del oficio, por supuesto, y no todo se puede controlar (salvo a vosotros, perritos y perritas, jejeje), pero lo único que hará que dejen de pagar justos por pecadores, será la educación, la buena educación, y la consideración al trabajo de los demás.
No temáis decir que os habéis arrepentido, que no tenéis valor suficiente, que os lo tenéis que pensar, que necesitáis un empujón, son cosas naturales. A estas alturas me he encontrado muchas cosas. Gente que quiere que le adelante la sesión por teléfono, amenazas de «somos cinco y vamos a por ti, sabemos donde vives», cuando ni siquiera son de la misma ciudad, supuestos esclavos financieros que se achantan ante la primera mención a un castigo, o supuestos esclavos sin límites que al primer azote lloran como niñas.
Justos por pecadores. Pero todos, al final, de rodillas, pedís la indulgencia de la Diosa que tanto deseáis y anheláis. Y son vuestros rostros de felicidad, de «desconexión de la realidad» lo que, realmente, me hace seguir adelante en este oscuro, pero interesante mundo.
A pesar del asunto ajeno a su persona que imposibilitó no poder conocerla del todo, quiero que sepa que aún muestro interés en poderlo hacer. Ojalá la próxima vez sea todo un éxito.
Lamento el percance… Nos veremos en poco tiempo.