El fetichismo de lencería engloba múltiples y deliciosos pecados; quizás de los que más disfruto.
Sin duda es uno de los fetiches más visuales, para aquellos fetichistas para los que la puesta en escena es importante. Y es que es un fetiche donde la propia visualización ya influye, ya supone un momento de excitación.
En el fetichismo de lencería hay muchos componentes que utilizar, a los que sacar partido y que yo adoro: bodys de encaje, mitones, medias, ligueros, bragas o tangas, sujetadores, camisones largos y cortos… Es mucho lo que permite excitar la imaginación. Y eso en las prendas más «convencionales» sin pasar por quellas que simulan bondage y que hoy por hoy están teniendo tanta repercusión.
De hecho es uno de los regalos que más me gusta que me hagan los sumisos. La lencería que me obsequian luego la pueden ver y disfrutar en las sesiones; ven a su inalcanzable diosa vestida con esas prendas y desesperan. Beben la imagen, se graban el recuerdo. Sentir la caricia de esa lencería mientras están atados pericibir las formas de mujer envueltas en encaje, en seda, en satén, en medias de red o con dibujo… Son la forma de ensalzar la figura femenina, envolviéndola en delicadas prendas, deleitar con la vista, seducir con la presencia, hacer que el sumiso quede irremediablemente desarmado al verte entrar con la lencería abrazando tu cuerpo y hacerle ver lo lejos que estás de él, sin que pueda dejar de oler tu perfume.
Es como la caricia del cuero, cálida y particular, la de la lencería es más seductora. Dicen que duele más un látigo de seda que uno de cuero y yo estoy de acuerdo con ello.
Dentro del mundo del fetichismo de lencería hay todavía mucho más: Los hay que no solo gustan de ver la lencería puesta sino que también les gusta coleccionarla con olor, para deleitarse aún más en las sensaciones que proporciona. No podemos olvidar que la memoria olfativa es una de las más potentes que existen. Y si es lo que quieren, todo se puede arreglar. 😉 Son muy conocidos los coleccionistas de lencería, y yo lo encuentro halagador.
Además, otro factor también, son los crossdresser que gustan de vestir lencería femenina. Es quizás uno de los elementos que más ayuda en la transformación. Para unos es una humillación vestirla. Otros sacan su lado más «divina» al ponérsela y asoma su lado más femenino, desde la perfecta señorita a la zorra.
La lencería es, a fin de cuentas, y en resumen, el elemento perfecto para los juegos, y también para la seducción, para llevar la dominación FemDom a lugares más sensuales. Y por qué no, para combinar con látex, con cuero o con vinilo, llevando el fetichismo a otros niveles.