Con su permiso mi adorada Diosa Ghalia:
Buenas tardes. Supongo que habrá pensado que no volvería a saber de mí, que sólo quise probar. La verdad es que llevo queriendo escribirle desde que salí del encuentro, pero he preferido reposar lo sucedido antes de hacerlo. De hecho aún quedan cosas por digerir.
Lo primero que quiero hacer es darle las gracias, por su tiempo, por su comprensión, por su accesibilidad, por cómo me cuidó durante la sesión, por lo seguro y relajado que me hizo sentir, por como supo llevarme, jugar conmigo, excitarme… Nunca pensé que me iba a sentir tan confiado y a gusto. Sinceramente gracias.
Me ha enseñado que quizás soy un poco más masoquista de lo que creía, que mi umbral del dolor quizás está un poco más alto de lo que pensaba, puede que no mucho más o tal vez sí, no lo sé. Reconozco que disfruté muchísimo con sus azotes, me encantó sentir sus manos, me gustó mucho el gato y me volvió loco la paleta. Me sorprendió mucho cuanto me excitaba esos dulces azotitos en mi pene, jamás lo habría creído.
También disfruté muchísimo cuando jugó con mis pezones, creo que usted misma se dio cuenta de ello.
Yo no soy fetichista de pies, no me gusta, no me excita, eso sí, no es un límite. Sin embargo me quedé con las ganas de adorar sus delicados deditos de los pies, eran preciosos, parecían dulces y pequeñas gominolas, en especial deseé meter en mi boca su dedo gordo del pie, chuparlo, lamerlo, succionarlo, pero me dejó con la miel en los labios. Fue como si me lanzase el mensaje de este tesoro no es para el primero que llegue, ese privilegio ha de ganárselo. Tu aún no eres nada, demuéstrame tu entrega y quizás en un futuro puedas tener ese honor, me sentí como despreciado, rechazado, sentí culpa por no estar a la altura. Me hizo sentir mal, pero a la vez fue una tortura muy excitante.
La lencería era preciosa, me gustó muchísimo como se vistió,me pareció de una elegancia suprema, como me pareció usted en todo momento, la elegancia hecha mujer. En las fotos se ve perfectamente que es usted una mujer muy atractiva, cuando la vi por primera vez: las fotos no la hacen justicia, su carita y su voz me parecieron de una dulzura exquisita, pero en nuestro encuentro pude comprobar que es una mujer escultural, físicamente espectacular, tiene un cuerpo perfecto, tal y como iba, podría desfilar perfectamente en la pasarela de Victoria Secret y ser uno de sus Ángeles, nada tiene que envidiarles.
Quizás este testimonio vaya de confesiones, no todas, algunas me las guardaré para más adelante, pero otras si quiero hacerlo aquí.
Recuerdo que me dijo que en esta sesión me quedara con los olores, están en mi cerebro, en ocasiones, a pesar de que ya hace bastantes día, sus aromas aparecen de pronto y me giro sobresaltado buscándola, para darme cuenta en seguida que usted no está allí, que sus aromas están dentro de mi cerebro, lo que me excita mucho, es como si tuviese cierto control sobre mí en la distancia.
Me enamoré de su piel, de su color nacarado, de su suavidad, de su calidez, de su aroma. De sus elegantes, femeninas, delicadas y firmes manos. Las habría adorado después de cada cachete. Jamás pensé y perdóneme por decir esto, que su maestría en las bofetadas llegase a ese nivel, me habría pasado todo el tiempo recibiendo bofetadas.
Siento mi extrema torpeza en tantas cosas, sólo en esos momentos me sentí incómodo, no estar a la altura, ser tan inútil en cosas como retirar las medias a su gusto, volvérselas a colocar o con los zapatos o sus hebillas, me sentí realmente mal por ser tan torpe.
Me transportaba a otro mundo sus risas, su voz, sus órdenes, sus comentarios, sus miradas, que puedo decir de sus miradas, son demoledoras, llegan tan adentro, son tan profundas, da miedo lo que usted puede averiguar entrando hasta donde quiera, aunque al fin y al cabo, quien no ¿quiere desnudar su alma ante usted y dejárselo ver todo? Me enamoré de su mirada, puede ser gélida, profunda, fría, pero también dulce, delicada, como una caricia.
Una vez una Ama me comentó por internet mientras chateábamos que si alguna vez decidía iniciarme, debía tenerlo muy claro, porque una vez me postrase ante una Ama, ya no habría marcha atrás, se meterá en tu cabeza, me dijo, y no podrás sacarla jamás. Yo lo tomé como un comentario de autoridad, de sentimiento de superioridad, etc, pero tras postrarme ante usted mi adorada Diosa Ghalia, empiezo a creer que es cierto.
Cuando me concedió el orgasmo, pensé que no habían pasado ni 40 minutos y estábamos llegando al final. Se me pasó todo en un abrir y cerrar de ojos, me habría gustado estar más tiempo, una sesión aún más larga.
Tengo mil fantasías más de las que tenía antes de nuestro primer encuentro. Recuerdo que la primera vez que contacté con usted, le pregunté si compartía a sus sumisos, si había más Dominas en su mazmorra, recuerdo que contestó que no, pero que ya sabía que había una persona que lo estaría más adelante. A día de hoy en su reino hay además de usted, lo que podríamos llamar otra Domina residente y otras dos más no residentes, no sé si es una forma correcta de expresarlo, espero que sí. No dejo de fantasear con ser compartido por usted, como propiedad suya pero con otra Domina con la que juegue conjuntamente.
Por otra parte también estoy muy interesado en la posibilidad de una sumisa en la sesión, he leído su post en su blog sobre su sumisa, surgieron otras mil fantasías más. No sé si es posible el desplazamiento de su sumisa con usted al igual que lo hace por ejemplo Domina Dansel.
Como ya le he comentado antes, hay más cosas que me gustaría comentarle, pero para esas necesito algo más de tiempo.
Espero que vuelva pronto a mi ciudad, porque usted me ha enseñado que el verdadero infierno, el auténtico sufrimiento no está en las sesiones, en el castigo, en la humillación, etc, sino en el tiempo que pasa desde que una sesión termina hasta postrarse de nuevo a sus pies. Ese tiempo que se torna infinito es el verdadero sufrimiento.
Espero no ser atrevido y mucho menos irrespetuoso o que me considere engreído por el párrafo anterior, no he querido dar a entender que considere que ya me ha aceptado bajo su protección, ya sé que me queda mucho por aprender, pero espero que me conceda el honor de volver a ponerme a sus pies.
Si tuviese que resumir todo lo anterior en un solo párrafo, antes del encuentro, habría dicho que estaba convencido de que querría más, ahora, después del encuentro, no lo puedo tener más claro y perdone las mayúsculas “NECESITO MÁS, MUCHO MÁS”.
Espero con desesperación su respuesta. Siempre a sus pies mi adorada Diosa Ghalia.
perrito alzado