Cuando se habla de BDSM profesional la imagen más común suele ser esta:

Spanking Domina Ghalia

La domina con el látigo o azote en la mano presta para castigar a quien se halle a sus pies o en su camino.

Y de esta herramienta queríamos hablar. Vale, la de la foto es el flogger favorito de Domina Ghalia pero venimos a hablar del látigo en sí.

Los látigos para el BDSM se consideran normalmente una herramienta avanzada, no es algo con lo que se empiece y necesita bastante entrenamiento para usarlo correctamente y de forma «segura» ya que en manos inexpertas puede ser un poco incontrolable. Además se une a esto que un trallazo bien dado puede resultar muy doloroso e incluso causar una lesión y no es eso de lo que va el BDSM.

En manos de un o una profesional del BDSM un látigo es una herramienta versátil con muchas capacidades, tantas como la propia maldad de la dominante y la capacidad de aguante de la parte sumisa.

Un látigo se distingue sobre todo por el sonido que crea cuando la última parte, el azote o «tralla» chasquea y rompe la barrera del sonido. Ese golpe sonoro es potente y puede ser tremendamente efectista en manos profesionales, suponiendo un elemento más de juego con la parte sumisa al ir «acosándola» con el sonido, a veces más que con el propio contacto».

Los látigos se dividen en muchos tipos, desde los látigos de ganadero a los de doma de perros (tradicionalmente más cortos y manejables en espacios pequeños), así como los más grandes como son las «serpientes», que no tienen un mango definido sino que este es muy flexible y se integra en toda la herramienta. Se les llama serpientes porque tradicionalmente se les conoce como «Snake whips» y «blacksnake whip» en el norte de Estados Unidos.

Hay muchos tipos más, desde luego, así como longitudes, algunos de los cuales llegan a los tres metros fácilmente.

Eso hace que para un uso tanto profesional como bedesemero de «estar por casa» haga falta espacio incluso para los látigos más pequeños, sobre todo para que no se enganche en ninguna superficie ni tire nada. El hecho de que provoque un sonido tan fuerte también lo hace ideal para jugar en exterior o en una superficie igualmente grande.

En cuanto al azote con látigo es algo que en manos expertas provoca marcas de distinto calibre, a veces, si se es ducho, no deja ninguna o son muy tenues y desaparecen rápidamente. Se puede usar en latigazo directo, tradicionalmente contra la espalda o glúteos o bien en «enrosque», que es lo que sucede cuando en lugar de trallar directamente contra la parte en cuestión se deja que enrosque en el cuerpo dando media vuelta y la vuelta final es la que azota, algo parecido con lo que se suele hacer con las correas de cuero.

Normalmente el látigo se usa por encima de la cabeza o a la altura de la cintura cuando se tiene más control. Para superficies con una altura determinada el azotador puede llegar a ponerse con una rodilla clavada en tierra para tener más espacio para el manejo del látigo. Aun para un profesional es habitual que de tanto en tanto se escape algún trallazo díscolo fuera de zona debido a la naturaleza de la propia herramienta, pero cuando se ha aprendido a utilizar adecuadamente suele estar bastante bajo control.

En definitiva, el látigo es una herramienta versátil, avanzada y que requiere práctica, no se lo recomendaría a un principiante, pero que una vez se ha tenido suficiente práctica resulta tan efectista como divertida siempre de forma Sana, Segura y Consensuada, ya sabéis.

Y si tenéis interés en aprender a usarlo, estad atentos a las noticias de Domina Ghalia. 😉