A ver que tener una mazmorra en casa puede ayudar mucho, ojo, es que te lo pone en bandeja. Tienes una habitación especialmente dedicada a las travesuras bedesemeras y bueno, lo tienes un poco más fácil, claro que sí. Pero no todos disponemos de un espacio, de un cuarto de juegos especialmente tematizado para la diversión del cuero y la cadena.

¿Cómo hacerlo, cómo y dónde practicar el BDSM en un día a día que no siempre nos deja tiempo siquiera para, incluso, el sexo vainilla?

El primer ingrediente siempre es el de la imaginación.

Podemos disponer de un espacio mínimo, de un armario en el que almacenar nuestros pertrechos y poder usarlo como nuestro pequeño trastero dedicado al BDSM. Si lo podemos disponer todo además más visualmente colgando los pertrechos y dándoles algo de aspecto, pues mejor. Además siempre lo podemos tapar todo con ropa larga sobre la barra. Ahí tenemos nuestro almacén de maldades para nuestra noches (o días).

Pero hay otras ideas, claro. Lo primero es siempre tenerlas a mano. Un cajón, con llave a ser posible, una maleta, mochila o maletín, sobre todo si hay niños curiosos en casa, deben ser casi obligatorios para poder esconder, cerrar y proteger. Al menos hasta las edades pertintentes.

En el día a día no solo el dónde es el desafío. También está el cuándo.

Independientemente de la dinámica de pareja (de quién sea Dom y quien sub), los momentos de poder llevar el BDSM a cabo dentro de ese día a día es realmente un desafío.

Podemos aprovechar un rato muerto entre horas:

Los peques se han ido al cole, la hora de la comida, la compra… siempre hay un momento en el que podemos desatar nuestra pasión más oscura, pero la diferencia va a ser el tiempo. A lo mejor no tenemos esas dos o tres horas para una sesión. A lo mejor debemos condensar pero para llegar a ese momento podemos ir preparando el terreno, por así decir, durante el resto del día, conviniendo en cuándo y dónde para que cuando llegue el momento ya estar en mejor predisposición.

La llamada de teléfono.

Si trabajamos o estamos separados durante el día pero tenemos un tiempo para llamar por teléfono podemos preparar el terreno y alguna sorpresa, como por ejemplo dejar entre la ropa o el bolso del/la sub algún aparejo que deba usar y darle las instrucciones por teléfono: unas pinzas, un anillo constrictor para los genitales, bolas chinas, plugs, y mediante la llamada de teléfono darle las instrucciones. Aquí se junta el morbo de un BDSM a distancia y también el riesgo de hacerlo en un lugar más expuesto. Quizás para rematar la faena en casa con un castigo o un premio por el cumplimiento.

Un inocente paseo.

Por que pasear es muy sano. Sobre todo si obligas al sub a llevar algo puesto, a humillarlo con ropa femenina bajo la ropa y echarle unas cuantas miradas malvadas que le haga saber su sitio. Unas pinzas para los pezones o algo tan inocente como escribirle en el cuerpo, ya sea maldades o perversiones.

Una cena fuera.

Lo mismo que en el paseo, juntando la maldad de la llamada. Os vais a cenar, habéis conseguido colocar a los niños con la familia o un canguro y tu sub no espera que le entregues una bolsita-neceser para que vaya al baño y siga las instrucciones. Un plug, lubricante, pinzas, ropa interior, o que entregue de vuelta su ropa interior, etc. La imaginación es el límite.
También puede hacerse en casa, ojo, y solo vosotros sabréis por qué el sub está tan… nervioso/a o distraído/a.

Las tareas.

Encomendar tareas también puede ser una forma de realizar BDSM, poniéndole deberes como mantenerse todo el día al límite del orgasmo pero arruinado, con una atadura, un cilicio o mandar fotos o mensajes comprometidos.

El BDSM es cuestión de imaginación, realmente, y de aprovechar las oportunidades. Y cuando podáis, ya alquilaréis un espacio más dedicado a ello. Pero mientras, podéis aprovechar todo lo que la imaginación tiene que ofrecer.