No voy a abrir un melón que sea desconocido, la verdad, pero hay algo de lo que quiero hablar, algo que quiero comentar porque me ha pasado personalmente.
Ya sabéis que el trabajo de una mistress profesional, de una dómina, engloba gran cantidad de prácticas y circunstancias, muchas de las cuales ya he comentado en este blog en muchas ocasiones.
Aunque mi perspectiva siempre va a ser de respeto al sumiso que viene con su tributo hasta mis pies, y siempre voy a ofrecer la labor más profesional que esté en mi mano. Pero también somos humanas y en ocasiones no podemos olvidarlo.
Porque nuestro trabajo está cargado de una fuerte energía, energía interna, energía sexual, sí, ya que la excitación siempre planea alrededor de una sesión, generalmente en torno a los sumisos, que son el componente central de estas sesiones profesionales. Sin embargo hay veces que como seres humanos que somos no podemos abstraernos a esas energías que se desatan que muchas veces nosotras mismas cultivamos para que el sumiso sienta esas corrientes y tenga una experiencia inigualable.
Una de las preguntas que hago siempre en el formulario es si es necesario para el sumiso tener un orgasmo para tener una sesión satisfactoria. Pero, ¿qué pasa cuando quien lo tiene es la dómina?
Aquí viene cuando os cuento mi experiencia.

El pasado día 28 de diciembre tuve una sesión con un sumiso. Era una sesión intensa, donde había muchas prácticas y se desarrolló una fuerte energía sexual en ella. Además incluía la sodomización del sumiso, y en una posición, con él bocarriba, la tensión empezó a incrementarse. Siempre respeto mucho, como os he dicho, vuestras experiencias cuando venís a mí en su busca, pero también soy humana, como también he dicho. Y mientras sodomizaba a ese sumiso, mi cuerpo reaccionó a la situación y en pleno desarrollo no pude evitar tener un orgasmo.
Es ese momento en el que por un segundo pierdes la compostura, en la que el cuerpo toma las riendas y hace lo suyo, te lleva por sus propios caminos, y no puedes evitarlo.
Así que, sí, tuve un orgasmo en plena sesión. La mistress también llega.
A ver, no es lo general, no os lo pongáis nunca como objetivo, porque no es así como funciona. Fueron las circunstancias, el momento, la tensión, lo que nos rodeaba. Lo tuve, y, no, no me arrepiento para nada ni considero que ello merme mi profesionalidad. Pero quería comentároslo, como una reflexión muy personal.
Tratándose de este sector, el servicio profesional de BDSM que NO es un servicio sexual de por sí, también tenemos que considerar que estas cosas pasan, cuando no vendemos un servicio sexual convencional y mostrarnos alguna vez cómo realmente deseamos lo vemos como malo y entramos en una pelea mental, pero es un trabajo, el de ese conflicto mental, que una tiene que aprender, a fuerza de madurez y reflexión a conciliar con la propia actividad por sus circunstancias excepcionales. Fue algo del momento, algo que voluntariamente dejé fluir, aunque podría haberlo detenido.
Simplemente, sucede, y como en otras ocasiones, reaccioné y se dio así.
Hasta aquí las confesiones de hoy.
Espero que estéis pasando unas felices fiestas y os deseo de corazón un Feliz (y muy pervertido y fetichista) Año Nuevo.
Domina Ghalia.
Antes que roles , somos humanos. Si por experimentar placer al llevar a cabo una sesión , deberíamos juzgar a la parte Dominante. Mal lo llevamos. En este caso , merece un gran aplauso por tener un momento muy humano de su parte. Y no considero en absoluto, el sentimiento de culpa .
Me encanta. Como sumiso siempre me ha creado curiosidad el pensar en las sensaciones y energías que debe experimentar la domina en una sesión y mientras nos tiene a su disposición. Las que vivo yo al otro lado ya las conozco, claro, y son energías muy potentes. Así que conocer esta experiencia de primera mano y ver que la domina ha dejado fluir su lado humano, y se ha dejado llevar y que encima nos lo cuente, para mí la hace todavía más profesional, así que gracias por compartirlo Ghalia.
Siempre a sus pies.